martes, septiembre 05, 2006


FELLINI´S SATYRICON:
El peplum extraterrestre.

La primera vez que ví esta película, en el programa de Jose Luis Garci, "Que grande es el cine", sentí algo tremendamente extraño. Lo que tenía ante mis ojos era algo incomprensible, ancestral pero, a la vez, como situado fuera del tiempo y del espacio. No entendía muchas de las cosas que veía pero tenían un efecto increiblemente poderoso sobre mí, sobre mi subconsciente.
Esta película fue filmada por el maestro Federico Fellini en 1969, cuando su carrera se había alejado definitivamente de los comienzos neorrealistas (¿realmente fue alguna vez Fellini neorrealista en sentido estricto?) y había tornado hacia senderos extraños, oníricos, de color y fantasía dificiles de etiquetar. Películas que se mueven en la onda de "Satyricon" podrían ser "Roma", "La ciudad de las mujeres", "Ensayo de orquesta" o "Y la nave va". Pero ninguna va tan lejos, en cuanto a la libertad en lo que a lenguaje cinematográfico se refiere, como "Satyricon".



Basada en la novela de Petronio, la adaptación libre que realiza Fellini se caracteriza fudamentalmente, al igual que el libro, por la fragmentación argumental. No hay nada parecido a lo que se entiendo por narración tradicional en la película. Está construida a retazos, algunos ni siquiera terminados. El leimotiv de la película es la busqueda por parte de su protagonista, Encolpio, del joven y afeminado esclavo Gitón, que le ha sido usurpado por Ascilto. Así, asistimos estupefactos a dicha búsqueda, que se convierte casi en viaje iniciatico de Encolpio. La película está plagada de personajes alucinados, inexplicables, enfermizos y decadentes. La sexualidad está presente a lo largo de toda la cinta, pero mostrada en su vertiente más crepuscular, más sórdida y miserable.


"Satyricon" es una película excesiva, artificiosa e increiblemente barroca. Pero sobre todo es una película lúgubre, extraña, de atmósfera enrarecida. En algunas escenas podríamos preguntarnos, no sin razón, si no estamos viendo una película de ciencia ficción, por la arquitectura de los paisajes (casi marcianos), la caprichosa utilización de colores, que hace que los cielos sean rojos como la sangre, los diseños de los vestuarios, o la musica utilizada (se utilizaron instrumentos e influencias africanas, asiáticas, latinas, ect.). Todos esos ingredientes se van agolpando desordenadamente unos sobre otros y construyen esta rara avis del séptimo arte.


La película se nos presenta, pues, a modo de lienzo o mural, donde la expresividad visual llama la atención por lo inusual (un recurso muy felliniano que aparece con frecuencia en "Satyricon" es que los personajes miren directamente a la cámara, al espectador, aún en medio de la escena más intrascedente, lo cual nos produce una extraña sensación de ser observados). Los personajes de esta película no son ni buenos ni malos. No parece haber moral en esa recreación de la Grecia clásica. Llama la atención, a la par que horroriza, la secuencia en la que a un actor le amputan la mano, simplemente como parte de la obra que representan. Por tanto, no debemos esperar encontrarnos lecciones morales. Aquí las más extrañas criaturas (eunucos, mujeres monstruosamente obesas, demacrados ancianos maquillados, etc) van deambulando de un lugar a otro, sin ninguna finalidad aparente. No parece haber esperanzas para nadie.

Recomiendo, por tanto, a todos que veais esta maravilla. Pero también recomiendo que se haga sin prejuicios, sin tratar de querer entenderlo todo. Esto no es un John Ford, ni un Howard Hawks. Es un fellini, extraño y conmovedor. Sobre todo, sorprendente. Y lo fascinante del cine es que logre sorprendernos.

Y cuando acabe la película permaneceremos en silencio, miraremos a nuestro alrededor para asegurarnos de que el cuarto era el mismo de antes. Nos parecerá que hemos estado soñando, que hemos hecho un viaje al pasado más remoto de las civilizaciones, de nuestro planeta, donde nada era como ahora, y donde los cielos, ¿por que no?, podían ser rojos como la sangre.

3 comentarios:

Daniel Quinn dijo...

Pues yo no he visto Satyricon, porque en general, el Fellini post-Cabiria me sobrepasa y me irrita con sus excesos tanto como me emocionan sus películas anteriores. No obstante, reconozco la enorme valía de algunas de sus obras, como Amarcord o, especialmente, 8 y medio, que nos depara algunas de las más importantes reflexiones sobre el arte y la creación. ¿Qué me ocurre entonces? Su juego de excesos me pasa por encima como una apisonadora, jeje. De todas formas, con calma iré completando su filmografía.
Saludos!!

HieronymusMerkin dijo...

Gracias por escribir, Daniel.
La verdad es que la segunda etapa de Fellini es totalmente excesiva y artificiosa. Y eso quizás en otro director me hubiera molestado, pero en Fellini me gusta como queda. Porque, toda esa artificiosidad me llega dentro, a niveles que casi no comprendo, casi subconscientes. Satyricon es practicamente incomprensible, pero consigue emocionarme. No se explicar la razón. Es como si tocara una atávica fibra que tengo en mi cerebro y eso me estimulara.

Otra cosa,igual te preguntas por que no tengo ningún enlace en mi blog con otros blogs. Es que no se hacerlo!! Debo ser bastante torpe, o a lo mejor he elegido una plantilla que es un rollo, pero la verdad es que lo he intentado y no se como diantres se hace (es que yo de informatica... estoy a dos velas). Cuando sepa hacerlo pondré tu blog el primero.
Un saludo!

Daniel Quinn dijo...

Muchas gracias!! No te preocupes, si se puede hacer bien, y si no también. La intención es lo que cuenta!
Saludos!!