lunes, marzo 05, 2007

Al final del día, la playa parece más una ensoñación que otra cosa. No sé si será la bruma, la arena gris o aquel muro rojo y azul. Siempre hay algo aquí que hace sentir ternura y tristeza, pienso. En la costa brillan algunas bombillas. Su luz se expande en circulitos imprecisos y temblorosos.
Me acuerdo de Gustav y Tazio, y de cómo se extingió aquella devoción, aquella mística indiferencia. "Aquella lascivia decadente y pecaminosa", susurró a mi lado un angel terrible.

Cojo un guijarro. En mi mano pierde su significado. Esto me hace pensar en lo fugaz. Una piedra negra en mi mano y no quiere decir nada. Es inexplicable. Por eso la arrojo con fuerza al mar, que la engulle, con una blandura sorda que estremece.
La felicidad se parece a un barco enorme que avanza junto a la costa. Un barco tan grande que no lo puedo abarcar con la vista. Un barco negro y blanco iluminado desde tierra. Eso es la felicidad. Ver como avanza sobre la noche, poderoso, lentísimo. Sentirme aliviado a su paso.
Mis manos se hunden en la arena crujiente.
Las casas a lo lejos, pequeñas, celestes.
El amor es un dibujo en la pared. Un corazón dentro de otro corazón.
Que puede significar un guijarro sobre mi mano, me dije. La linea de la costa. Los cables de alta tensión. Que puede importar el significado. Hay un corazón dentro de otro corazón.
El barco pasa ahora a mi lado y creo distinguir a alguien, que desde arriba, mueve un pañuelo blanco en el aire. Debo estar soñando. Debo estar soñando.
Pienso en Gustav y Tadzio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Al final del día casi todo parece más una ensoñación. Sobre todo en esta ciudad sin luz.

Sobre todo desde aquel agosto.

Aquí, al despertar, al final de la noche, cuando miro el mar al final de las avenidas de árboles, es sólo una lámina de plomo bruñido. Como el espejo de la soledad cósmica de ese dios taciturno de tus poemas.

En algún lugar del mundo se acaba el día, y el amor es sólo un agujero negro debajo del jersey. En Venecia se acaba el día, y el maquillaje de Gustav resulta tan sórdido al correr por sus mejillas... Y nos preguntamos cómo ha ocurrido, cómo hemos llegado a la desesperación.

Venecia se hunde, y los corazones, y las promesas, y los atardeceres que parecían una ensoñación. Con un poco de suerte, bajo el mar habrá el descanso del retorno al vientre materno, a la oscuridad. Cuando todo se hunda, quedará una bella ciudad submarina, quizá por fin mágica, más habitable.

Como esas historias bellas de huidas que, al final de la escapada, acaban en una danza macabra, sin respiración, en el suelo...

Anónimo dijo...

Frikiiiiiiii!!!! Frikazo brother**
No he leído lo que pone, por supuesto, aunque cuando tenga tiempo lo haré. Cuídate!!
*la bicha*